Sinopse
La utopía asume diversas faces en lo contemporáneo. Deja de ser solo el impulso y el desgaste del tiempo y del hombre para presentarse como un buen lugar. La danza flamenca de María Pagés investiga la arquitectura de Oscar Niemeyer, la sinuosidad de su trazo inconfundible, aspectos de su personalidad, el compromiso y la solidaridad que formaron parte de toda su vida transformados en inspiración y mensaje. El espectáculo se profundiza en la reflexión emocional, la imaginación y los instintos de los hombres al soñar con futuros mejores. Es como danzar la experiencia ética y estética del deseo, del inconformismo. Utilizando diseños del arquitecto, con música original ejecutada en vivo, Utopía revela una danza poética con versos de Baudelaire, Neruda, Cervantes y tantos otros. La danza es la esperanza de los corazones de los hombres, la revolución venidera, explicó María al arquitecto durante su encuentro en Copacabana.
Ficha Técnica
Idealización, Dirección, Coreografía, Escenografía y Vestuarios: María Pagés
Coreografía y Asistente de Coreografía: José Barrios
Música y Arreglos: Fred Martins, Isaac Muñoz, José “Fyty” Carrillo e Rubén Levaniegos
Lírico: Antonio Machado, Charles Baudelaire, Larbi El Harti, Marcelo Diniz, Mario Benedetti, Miguel de Cervantes, Oscar Niemeyer e Pablo Neruda
Iluminación: Pau Fullana
Diseño de Sonido: Albert Cortada
Pintura de Pantallas y Tejidos: María Calderón
Técnica de Escenografía: Eduardo Moreno
Confección de vestuario: Ángel Domingo
Bailarines: Eva Varela, Isabel Rodríguez, José Antonio Jurado, José Barrios, María Pagés, María Vega, Paco Berbel e Rubén Puertas
Tour Manager: Beatriz de Torres
Resenha
Estamos limitados al deseo. Las formas de desear son diversas y proporcionales a la capacidad imaginativa del hombre. Interconectados, el deseo y la imaginación se contaminan instintivamente. Y soñamos. Con el otro, con el mañana, con lo diferente, con lo imposible y lo posible, lo cierto y lo impropio. Pero de lo que sí estamos seguros sin embargo, es que todo sueño es la manifestación de una inquietud que aflora en el ser que busca respuestas y caminos. Así, imaginar es también la dimensión utópica de la creación más allá del orden; desear es la utopía de sentir lo que es posible. Mientras que ese posible se aproxima de lo concreto, aquél implica en asumir su imposibilidad. Es en esa convivencia entre lo real que sentimos físicamente, y lo improbable que no se atiene a la verdad, que el inconformismo instaura su poética. Y no se trata de nada más que eso mismo, una poética del vivir en constante estado de melancolía y esperanza. Pero ellas no se niegan, al contrario.
María Pagés opta por encontrar los rasgos de la arquitectura de Oscar Niemeyer y los trazos en la danza flamenca acaban por darle cuerpo al movimiento de lo imposible de ambos estados. Por medio de la danza, se imagina un espejo; por el sentimiento, se imagina diálogo. Y la pasión es inherente al estilo con la sustanciación en el inconformismo de la inmaterialidad de la intersección entre ambos. Representar algo es igualmente utópico, como también hacer del hombre y del medio algo diferente, como lo soñó el arquitecto. Pero es esa la utopía válida, según los argumentos de ambos: echar mano de la imaginación y del deseo para soñar lo intraducible, y por la perspectiva de lo poético, convertir en sensible lo invisible. En su encuentro con Oscar, María le dijo que la danza es la esperanza de los corazones del hombre, la próxima revolución que vendrá. O sea, hacer con que el hombre esté de nuevo dispuesto a sentir, a desear y a soñar. Y no habría un lugar más apropiado para sostener esa conversación que el paisaje de Copacabana. Imaginar ese momento es casi como una obligación para los corazones inquietos.