Sinopse
La obra es el resultado de las investigaciones de la [pH2]: Estado de Teatro también sobre la obra Woyzeck, del alemán George Buchner. Ambientada en una especie de taberna o bar, en una pequeña cuidad, el público queda invitado a acompañar el cotidiano de los personajes, mientras una banda se presenta destacando las especificidades de la narrativa. Franz, personaje central, se relaciona con su médico, que solo lo oye a través de la música, y con su amor, que no lo ve y se limita a los pálpitos de una vidente y principalmente por la construcción y la articulación del lenguaje. Sin embargo, no siempre aquel que tiene algo que decir sabe cómo hacerlo, mientras que el lenguaje se vacía a través de los que lo dominan y exaltan lo que en él ya existe. El discurso, el diálogo con el otro, se enfrentan a la imposibilidad de comunicación mientras Franz busca su propia individualidad.
Dirección, Escenografía y Puesta en Escena: Paola Lopes
Reparto: Beatriz Limongelli, Bruno Caetano, Bruno Moreno, Daniel Mazzarolo, Júlio Barga, Maria Emília Faganello e Rodrigo Batista
Vestuario: Júlio Barga
Vídeo: Renato Sircilli
Sonido: Cainã Vidor
Luz: Cauê Gouveia
Dramaturgia: Nicole Oliveira
Producción: Palipalan Arte e Cultura
Resenha
Allí, en una especie de taberna, donde los hombres son presas de sus intentos de fuga de la historia, el público se acomoda. No le cabe otro rol que no sea el de convivir con los personajes y a través de su presencia, justificar la rutina que se apodera del bar. Los personajes son igualmente hombres y mujeres. Lados de la misma fuga que les obliga a construir espacios propios de supervivencia. Parte de Woyzeck, de George Büchner, la creación de Stereo Franz. Es parte de la angustia del ser, cuando es consumido por la imposibilidad de la comunicación, el contexto dramatúrgico. Entender la lengua como materia requiere que la tengamos como un principio activo de la palabra, pero no solo en la construcción de su materialidad. También le concierne transponer a lo real la comprensión del decir como una traducción inmediata de lo que el ser humano esconde. La lengua, instrumento de exposición del pensamiento, sustenta la metáfora del verbo y la concretización de un órgano. Es en esa ampliación de la presencia que el decir revela instantes de clarificación del hombre, y cabe al cuerpo la transmutación del sentir en una condición de reconocimiento.
Sin el habla, el hombre estaría incapacitado para construir su verdad, consumido por la definición y por la atribución de los otros. Hablar es sin embargo más que el sonido consecuente del músculo, es la capacidad de traducir objetivamente el otro. Entonces, se habla por la lengua, por el cuerpo, por los ojos, por los sentimientos. Mucho ya se ha discutido en lo contemporáneo sobre la improbabilidad de la comunicación. Se entiende ser cognitivamente imposible llegar al discurso del otro en su plena actitud. Aquello que absorbemos es finalmente, una interpretación. Esa condición del ser lleva al extremo la incomunicabilidad también del discurso traído por el sentir. Los sentimientos no alcanzan ojos y oídos, y son más difíciles de revelarse como reales. Stereo Franz subraya el decir abstracto en presencia de una banda constante en la narrativa. Así, Franz grita. Un tanto de teatro, otro de realidad.