País

Brasil

Sinopse

El espectáculo trata de diversas intervenciones escénicas realizadas en regiones públicas de la cuidad y prohibidas durante la noche por sus ya conocidos contextos de violencia. Invitado a ocuparlos junto con el grupo, el público participará en tertulias, serenatas, cabarés artísticos, picnic y cenas nocturnas, siempre conducidos por diversos lenguajes artísticos, como el teatro, la danza y la música. La Cia. Rústica subvierte la condición de aislamiento de esos espacios, recuperando su realidad en el contexto de la cuidad y provocando a las personas para que vivan otro grado de involucración con las estructuras urbanas. El espacio público, que está amenazado por el abandono se moderniza, como también su condición poética-social, al ser ocupado por las personas y por los discursos artísticos.

Ficha Técnica

Concepción, Dirección y Composición Dramatúrgica: Patrícia Fagundes
Reparto: Ander Belotto, Camila Falcão, Di Nardi, Gabriela Chultz, Heinz Limaverde, Karine Paz, Lisandro Bellotto, Mirna Spritzer, Priscilla Colombi, Roberta Alfaya, Rodrigo Shalako e Susy Weber
Textos y Banda Sonora: El grupo
Producción Ejecutiva y Escenografía: Rodrigo Shalako
Asesoría de Prensa: Leo Sant’anna
Iluminación: Bathista Freire

Resenha

Los rasgos reconocibles de una ciudad se transmutan en imposibilidad o ambientes invisibles en el transcurso de la noche. El riesgo, el peligro y la prohibición son sobre todo, valores estipulados en el imaginario, apartando al individuo de cualquier posibilidad de relacionamiento con la ciudad. Calles abandonadas, callejuelas olvidadas, de a poco la noche retoma el entorno y todo parece imposible. Sin embargo, en el escondrijo de la oscuridad queda la inclinación a lo más explícito del hombre. Es en él que su cara más cruda se revela, y en ella se encuentran tanto lo agresivo como lo delicado. La diferencia entre la calle de día y de noche no está en la violencia potencial que la oscuridad permite, sino en la amplitud de la exposición del individuo, que es la verdadera respuesta de la ciudad que él ignora. La dicotomía entre la seguridad y la libertad, tan presente en esta condición, expone la problemática de cómo lidiar con su realidad. ¿Es preferible atribuir una mayor intervención y así liberar las calles del peligro, o acercar el individuo al otro, y en la comunión entre los extremos encontrar la convivencia? Si la política, por cuestiones obvias, prefiere la primera opción, anulando el reconocimiento del otro de ser igualmente ciudadano, le concierne al arte provocar el desplazamiento hacia la segunda posibilidad.

Es lo que propone la Compañía Rústica en Ciudad Prohibida. Ocupar, durante toda la noche, los espacios consolidados como prohibitivos para cualquier uno, recuperando tanto la presencia del individuo en la ciudad como la ciudad como realidad de convivencia. A través de una serie de provocaciones estéticas, la presencia del individuo en tertulias, serenatas, cabarés artísticos, picnic, cenas nocturnas, música, circo, teatro y danza, establece lo que se determina como microterritorios de convivencia. El rescate poético-social propuesto va más allá de la ciudad como escenario, convirtiéndola en el tema del desarrollo sobre y a partir de ella, que es lo que el grupo define como arquitectura sentimental. Existe en el reconocimiento de los espacios la exposición del imaginario constituido. Entonces actuar sobre tales ambientes significa también asumirlos como tal. La paradoja solamente se resolverá con la manutención de la relación e interferencia. Y es en ese aspecto que el arte pasa a ser fundamental. Una vez dada la experiencia estética, ella sobrevivirá en el individuo no solamente como un momento, sino como una memoria de posibilidad del contexto espacial. Es en la acumulación de tales memorias que el imaginario podrá ser fragmentado y reemplazado haciendo con que la ciudad recupere la presencia del individuo a través de la dimensión de un diálogo más profundo con el reconocimiento de su realidad, y de la capacidad que el hombre posee de adecuar el contexto a partir de su deseo. Basta estar abierto a vivir y a mirar.

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Cidade Proibida (Foto: Adriana Marchiori)